Imperio

Me dicen que tengo tus ojos
fiel reflejo de tu rostro.
De ti he heredado tu reino,
campanario, templo, atrio y huerto.

Viniste a verme en sueños
a despedirte, allí a lo lejos.
No hubo palabras de por medio,
ni llanto, ni miedos, ni lamentos.

Solías brindarme tus sagrados alimentos
papaya, salsa verde sin picante,
café con leche o chocolate
pan dulce de tu pueblo.

Me dejaste lleno de ilusión
y un raro anhelo angelical.
Forjaste a un nieto de abolengo,
que sigue fiel a nuestro imperio.